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Adaptación de los aeropuertos a la nueva situación

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Ante la situación de los aeropuertos debido a la pandemia, Miguel Nieto explica en La Razón que cerrar un aeropuerto es muy caro y que en su lugar, dado que ya está diseñada la red de aeropuertos, deberían aprovecharse las terminales

La pandemia ha arrasado hasta casi extinguirlo el tráfico de los grandes aeropuertos como Barajas o El Prat, más devastador ha sido su efecto en los regionales, convertidos en terminales fantasma. Pero estas instalaciones ya venían antes de la crisis sin precedentes que vive ahora el transporte aéreo de una situación muy precaria, de muy pocos pasajeros. Lo que ha hecho el virus es acentuarla y colocarlos en una situación muy delicada de cara al futuro más inmediato. ¿Sobran algunos de ellos? ¿Hay que cerrarlos? La mayoría de expertos no lo creen porque, aunque fantasmas, estos aeropuertos también son muy rentables para las cuentas de Aena.

Aena siempre ha defendido que la fortaleza de su modelo de negocio es su red. Aunque, más que la red en sí, lo que aporta valor a la compañía es la gestión de esa extensa cartera de aeropuertos que opera. “A Aena, su capacidad de gestión le da mucha potencia internacional. Le otorga muchos puntos en licitaciones internacionales porque tiene una capacidad de gestión que pocos competidores tienen”, explica Miguel Nieto, socio de Andersen y que trabajó en la coordinación para la modernización del gestor aeroportuario.

Pero cerrar un aeropuerto podría acabar siendo peor remedio que la enfermedad. “Cerrar un aeropuerto es muy caro”, advierte Nieto. Habría que resolver multitud de contratos, afrontar indemnizaciones, estudiar las amortizaciones... resume.

En las grandes ciudades, la conectividad no es un problema porque constituyen por sí mismas importantes nudos de comunicaciones de todos los medios de transporte. Pero en ciudades de pequeño o mediano tamaño, ya es otra historia. “Cuando trabajé en Adif, un alcalde me dijo que si le cerrábamos la estación de tren, le borrábamos del mapa. Y eso es algo que me quedó grabado”, rememora Nieto. A lo mejor, dice el socio de Andersen, hay otros modos de conexión más baratos. Pero ese debate, dice, se tenía que haber hecho antes de diseñar la red de aeropuertos. Ahora que ya tienes las terminales, lo suyo es aprovecharlos.

Puede leer el artículo completo en La Razón.

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