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Google vs. Huawei, o la guerra por el liderazgo tecnológico

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Isabel Martínez Moriel opina sobre la guerra por el liderazgo tecnológico entre Google y Huawei en un artículo para El Confidencial

El Confidencial | Todo apunta a que las últimas decisiones políticas y legislativas adoptadas por la administración Trump en la guerra comercial entre Estados Unidos y Chinaes el inicio de una lucha legal y geopolítica sin precedentes. Estados Unidos ha apostado todo por la ruptura, a cambio de forzar un acuerdo comercial que satisfaga sus intereses y, lo más importante, mantenga su hegemonía en el comercio internacional también en el ámbito tecnológico.

Google, siguiendo la “orden ejecutiva”, aprobada por el presidente, que prohíbe a las empresas americanas usar equipos de redes y telecomunicaciones que puedan conllevar un “riesgo para la seguridad nacional”, ha cedido a las presiones y ha anunciado que resuelve la licencia de su sistema operativo Android al gigante chino Huawei. Esta restricción, sumada a su inclusión en la “Lista de Entidades”, publicada por el Secretario de Comercio, que le impide adquirir, sin autorización expresa del gobierno, chips esenciales para el funcionamiento de sus equipos móviles (como Intel, Qualcomm, Xilinx o Broadcom), puede suponer la expulsión de Huawei del mercado global de telecomunicaciones y frenar su desarrollo como operador de las incipientes redes 5G que van a revolucionar todas las industrias.

Aunque las informaciones parecen apuntar que Huawei estaba desarrollando su propio sistema operativo, la imposibilidad de acceder a las versiones actualizadas de Android y todas las aplicaciones de su ecosistema (Gmail, Google Maps, Drive, etc.), sitúan al operador chino en una clara desventajafrente a sus competidores y, ello a pesar de que figura como el segundo mayor fabricante de smartphones por número de terminales vendidos y tercero por volumen de ingresos. Es evidente que el universo Android, sistema operativo de Google, constituye en la actualidad un servicio difícilmente sustituible para los consumidores, salvo por iOS de Apple.

Por ello, llama la atención que un operador como Google, con un poder de mercado tan reconocible, haya cedido a las presiones políticas y no haya esperado a las directrices específicas del gobierno que interpreten o clarifiquen la orden. Más aún, si tenemos en cuenta que, si la orden finalmente no es lícita o los tribunales americanos declaran su no compatibilidad con las leyes federales, Google tendría que rectificar rápidamente o enfrentarse una vez más ante el escrutinio de la Comisión Europa por eventuales conductas abusivas contrarias a la competencia.

Parece que el pasado de Huawei, envuelto en polémicas de espionaje industrial (véase el caso T-Mobile pendiente ante los tribunales de Seattle) y el “modo de hacer” propio de China que, aún decidida en liderar el desarrollo tecnológico mundial, predica, bajo el mandato de Xi Jinping, un intervencionismo exacerbado de la economía dentro de su país, tensa las normas de libre comercio de la OMC y ha jugado su papel.

Esta lucha exacerbada por el liderazgo tecnológico se explica, además, porque quien lidere las redes 5G serán quien controle la nueva economía de los datos. Así, las redes 5G permitirán multiplicar la capacidad de conectividad de dispositivos y equipos como nunca, aumentando exponencialmente el volumen de la información transmitida y la velocidad de transmisión. Por ende, permitirán una nueva era de industrialización basada en el internet de las cosas y en la inteligencia artificial.

Los riesgos de ciberseguridad aparejados a las redes 5G han llevado a distintos estados a desconfiar de un operador sobre el que se cierne la sospecha de “espionaje”, auspiciada por Estados Unidos, aunque sin pruebas contundentes que lo acrediten.

Australia, Japón y Nueva Zelanda, países en los que los intereses geopolíticos respecto a China son claros, han decidido vetar el uso de la tecnología de Huawei para la generación de 5G. Canadá todavía no ha tomado en firme una decisión y la UE, adalid de un “mercado abierto”, según declaraciones de este lunes de la Comisión Europea, no tiene intención de restringir el acceso de Huawei ni de ningún operador siempre que cumpla la normativa aplicable.

Si bien es cierto que para la UE es imprescindible salvaguardar la seguridad, sobre todo de los equipos y dispositivos que controlen sectores estratégicos como la energía, el transporte, las finanzas o la sanidad, así como el respeto a la privacidad de los datos personales, también lo es que la concurrencia de un mayor número de operadores, incluyendo Huawei, permitiría un ahorro de costes considerable y una implantación mucho más rápida de las redes 5G.

La nueva Directiva NIS relativa a ciberseguridad persigue la coordinación entre los operadores y los Estados Miembros ante cualquier incidente de seguridad. Asimismo, se ha aprobado el marco legal para emitir certificaciones de seguridad de productos y servicios reconocidos en toda la UE, que facilitarán la decisión de contratación basada en estándares objetivos y comprobables.

A tan solo unos días de las elecciones al Parlamento Europeo, y tras el primer año de transposición de la Directiva NIS, las instituciones europeas tendrán que afrontar uno de los mayores retos geopolíticos de su historia: el liderazgo tecnológico y su posición en la economía global digital, conciliando los intereses de los distintos Estados Miembros y sorteando los vientos proteccionistas.

 

Puede ver el artículo en El Confidencial

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