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Aluvión de reestructuraciones de empresas medianas que pone en jaque a la banca

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Las reestructuraciones se están extendiéndose entre el universo de empresas medianas españolas, lo que en la jerga se conoce como el mid market. Compañías que han sufrido el coronavirus y el ciclo posterior de inflación y subidas de tipos, y cuya supervivencia afectará al empleo de muchas comarcas y provincias y al balance de los bancos.
Se trata de empresas con, como mínimo, varias decenas de empleados, que facturas cientos de millones y que han acumulado un pasivo millonario que pone en jaque su futuro. Están fuera de los grandes nombres propios que preocupan en los centros de mando de Madrid y Barcelona, pero que tienen importancia y arraigo fuera de las grandes ciudades.
Un grupo cada vez mayor de estas empresas está reestructurándose, siguiendo el camino abierto por grandes compañías —o por sus acreedores— como Celsa, Telepizza, Naviera Armas o Ezentis.
El sistema actual de reestructuraciones nació con la nueva Ley Concursal de 2022, en la que se adopta el modelo anglosajón para potenciar estas operaciones en empresas que tienen problemas financieros, pero cuyo negocio es sostenible. La norma busca repartir el poder de negociación entre accionistas y acreedores y evitar bloqueos, incentivando el consenso al facilitar el arrastre obligado de posiciones, algo que se está empleando en varios casos ante la negativa de algunas empresas, como ocurrió en Celsa, o algunos acreedores. En varios casos, se ha forzado a la banca a quitas importantes, y las entidades han estallado.
Esto ha provocado que la banca sea reacia a financiar a algunas empresas medianas sospechosas de acabar en una reestructuración perjudicial para los intereses de las entidades. De hecho, opina Javier Rubio, counsel de Andersen, una de las razones para que haya más reestructuraciones en el mid market es "la negativa de la banca a seguir financiando el circulante a la mínima sospecha de crisis empresarial, agravando la situación de caja".
"Se da la paradoja de que es más probable que sí estén dispuestos a aportar dinero nuevo cuando la deudora es grande para que no cristalice el problema, pero no lo hagan en favor de empresas de menor tamaño. Las compañías mid market que no tengan fondos en el accionariado todavía no están familiarizadas con los mecanismos de financiación alternativa que puedan aportar esta financiación, o la consideran cara o demasiado sofisticada", añade el abogado de Andersen. Es la pescadilla que se muerde la cola. Los bancos no financian algunas situaciones para no estar demasiado pillados en futuras reestructuraciones, y abocan a la empresa a que se reestructuren de forma inminente.
Puede leer el artículo completo en El Confidencial.
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