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Las empresas renuncian a la exoneración para despedir

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Alfredo Aspra analiza la decisión de algunas empresas de renunciar a la exoneración para despedir

Numerosas empresas que se han acogido a un Erte están echando cuentas a fin de saber cuándo tendrán las manos libres para abordar una reducción de plantilla. Incluso algunas que tienen derecho desde el 1 de octubre a exoneración a la Seguridad Social han optado por renunciar a ella, lo que las exime de la obligación de prorrogar por seis meses más su compromiso de no despedir, según explican varios bufetes de derecho laboral. Coinciden en que estamos en la “calma chicha” que precede a la tormenta que se desatará este otoño y continuará el primer trimestre de 2021.

Y también coinciden en que muchas compañías, conscientes de que la recuperación no será en “uve” y que vamos a una crisis estructural y no coyuntural, les están pidiendo estudios para saber cuáles son los condicionantes legales en los que incurren para decidir cómo y cuándo abordar recortes. De hecho, los despidos han comenzado ya con empresas que no se sometieron a Ertes y otras que han sopesado el coste de saltarse la prohibición. 

Trabajadores en Erte 

Alfredo Aspra, socio de laboral en Andersen, señala que hay tres grupos de empresas. Uno, las de sectores más afectados (aeronaútico, hoteles, cruceros y agencias de viajes, entre otros), que no han podido esperar a cumplir los plazos legales para despedir y han iniciado sus reestructuraciones como Airbus o Pullmantur. El segundo bloque son sociedades que tienen claro que van a presentar un ERE y están determinando el volumen de la reestructuración y el cuándo. Y el tercero son empresas que por tamaño o sector, como construcción, pueden mantener su negocio, aunque tomando posiciones conservadoras. Aspra concluye con la reflexión de que muchas decisiones drásticas se van a tomar en el primer trimestre del año próximo. De hecho, en Andersen ya están en varios proyectos, unos en preparación, otros en fase de implementación y algunos ya terminando el Ere. 

Puede ver el artículo completo en El Economista

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