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La aduana del futuro: se estrecha el cerco al 'e-commerce'
| Noticias | Derecho Fiscal
Cuando aún no nos habíamos recuperado de los cambios que supuso la entrada en vigor del Código Aduanero de la Unión en mayo de 2016, la Comisión Europea da otra vuelta de tuerca con la denominada "Reforma Aduanera", que ya se atisba en un horizonte no tan lejano.
Si bien la Unión Aduanera ha demostrado ser un éxito, situando a la Unión Europea como potencia comercial a nivel mundial y favoreciendo el comercio entre sus Estados Miembros, el marco regulatorio ha quedado de nuevo obsoleto y es preciso adaptarlo a las nuevas tendencias y circunstancias que marcan hoy el rumbo del comercio internacional.
La reforma se sustenta en tres pilares, todos ellos interrelacionados: una nueva asociación entre aduanas y empresas; un modelo actualizado de vigilancia y análisis de riesgos gestionado por una nueva Autoridad Aduanera de la UE, y un marco modernizado para el comercio electrónico.
El vertiginoso crecimiento del comercio electrónico en los últimos años ha originado un número exponencial de pequeños envíos de mercancía de bajo valor que entran en la UE, cada uno de los cuales requiere de una declaración aduanera individual desde la entrada en vigor de las nuevas reglas del IVA para el comercio electrónico en 2021. En 2022 se presentaron casi 1.000 millones de declaraciones para mercancías de bajo valor. Al mismo tiempo, el comercio electrónico es una actividad propensa al fraude debido a la actual franquicia arancelaria para bienes valorados en menos de 150 euros. Las estimaciones de la Comisión Europea apuntan a que el 65 % de los paquetes que entran en la UE están deliberadamente infravalorados para beneficiarse de esta franquicia, lo cual supone un gran agujero de recaudación para las arcas de la UE. Esta dinámica implica por otro lado una ventaja injusta para los productos importados a expensas de las empresas europeas, que tienen dificultades para competir con precios de venta tan bajos. Además, la franquicia incentiva a los vendedores a dividir los envíos grandes en paquetes pequeños, lo que contribuye aún más a la desigualdad de condiciones para las empresas europeas y aumenta los envases y la huella de carbono. Por último, desde el punto de vista del consumidor final, que actúa importador, nos encontramos con falta de transparencia, un papeleo infumable y costes ocultos en el proceso de compra.
Todo ello hace necesario repensar el esquema actual del comercio electrónico y darle el protagonismo que se merece dentro de la reforma aduanera, teniendo en cuenta además que la actual normativa se ha quedado atrás, no pudiendo el legislador hace diez años ni imaginar que viviríamos una pandemia que implicaría un cambio de paradigma en los hábitos de consumo. Y no olvidemos que la UE espera recaudar unos 1.000 millones de euros al año tapando este agujero de recaudación.
La Comisión Europea pretende atajar estas cuestiones priorizando las reformas en el ámbito del e-commerce. Pero ¿qué medidas incluye la reforma?
En primer lugar, las plataformas que venden en la UE se considerarán como importador a efectos aduaneros y serán responsables de garantizar el pago de los aranceles e IVA, así como del cumplimiento de las formalidades aduaneras requeridas para la introducción de la mercancía en el territorio de la UE.
El éxito de la Reforma dependerá de la creación del denominado Customs Data Hub, que funcionará como soporte e interfaz entre las empresas, transportistas y resto de operadores con las Aduanas y otros entes públicos involucrados en los procesos de comercio internacional. Este gran repositorio de información, que ahora nos puede parecer ciencia ficción, debe de estar ya en marcha en 2028 dado que las plataformas serán el primer sector en registrar sus ventas en el hub. Esto permitirá a la Autoridad Aduanera de la UE (cuya creación también prevé la Reforma) tener una valiosa información a tiempo real para controlar los productos de terceros países que se venden online a los consumidores de la UE. A partir de ese momento no habrá necesidad de presentar un DUA para cada envío, desapareciendo las declaraciones aduaneras tal y como las conocemos hoy en día.
Se eliminará la franquicia para mercancías valoradas en menos de 150 euros. Por tanto, se pagarán aranceles (e IVA) sobre todo producto vendido online en la UE, disuadiendo a los vendedores de declarar infravalores y dividir artificialmente los envíos. Para facilitar el pago se ofrecerá un sistema de cálculo de derechos simplificado de cuatro niveles con tipos del 5 % (p.ej. juguetes), 8% (p.ej. seda, cerámica), 12% (p.ej. bolsos de cuero, ropa) y 17% (calzado) basado en la clasificación de la mercancía.
Y me pregunto, ¿por qué lo llaman simplificaciones y modernización cuando quieren decir más control y recaudación? Sin duda, nos enfrentamos a un proceso de cambio que será muy costoso para las empresas y operadores, pues tendrán que adaptar sus sistemas informáticos y revisar por completo sus procesos actuales.
Puede leer el artículo en Expansión.
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