Hoy en día, el almacenamiento de energía de origen renovable es un reto para los generadores, distribuidoras, transportistas, gobiernos y empresas. La irrupción de las energías renovables y su carácter intermitente plantea un desafío importante para que estas se consoliden de forma definitiva y, se reduzca verdaderamente la dependencia de los combustibles fósiles; en particular, el gran desafío se encuentra en cómo almacenar y distribuir de manera eficiente la energía generada.
Intermitencia de las Energías Renovables
Las fuentes de energía renovable, como puedan ser la solar o la eólica, dependen de las condiciones climáticas y, por tanto, son intermitentes. En el caso de la energía solar, por ejemplo, durante la noche, en días nublados o en periodos como el invierno, la generación de energía puede ser limitada mientras que, en verano y, en concreto, en determinados periodos del día, es probable que se genere un excedente de energía. Para que estas fuentes se asienten definitivamente y se consoliden como una alternativa efectiva a otras fuentes de energía, es necesario encontrar formas de almacenar dicha energía y liberarla cuando sea necesario.
Tecnologías de Almacenamiento de Energías Renovables
Actualmente nos encontramos ante el inicio de los desarrollos de proyectos de almacenamiento que contribuirán a reforzar la implantación y flexibilización de la producción renovable. En este sentido, es preciso atender a las diversas tecnologías de almacenamiento que están siendo desarrolladas:
- Baterías: Las baterías de iones de litio han sido consideradas en los últimos años como la posible solución al problema del almacenamiento. El litio es un elemento que cuenta con un elevado potencial electroquímico, lo que le permite acumular grandes cantidades de energía que, junto con su alta eficiencia la convierte en la primera opción para el almacenamiento de la energía. Sin embargo, una de las desventajas de esta batería es su elevado coste; pese a ello, recientes estudios afirman que el coste se reducirá en los próximos años, dando lugar a un crecimiento exponencial de las instalaciones de almacenamiento, pudiendo alcanzar en el año 2040 los 1.095GW/2.850GWh.
- Almacenamiento térmico: La energía puede ser almacenada a través de la utilización de métodos que exponen la misma a temperaturas extremas, tanto de frio, como de calor, a través de sales fundidas o materiales de cambio de fase. Esto permite retenerla y liberarla de forma controlada para convertirla en electricidad.
- Almacenamiento por bombeo: Este método implica bombear agua a un embalse superior cuando hay exceso de energía y liberarla hacia un embalse inferior cuando se necesita electricidad. Se trata de una tecnología a gran escala eficiente y rentable.
- Hidrógeno: La electrólisis del agua es otra opción para producir hidrógeno. Éste se puede almacenar en pilas y utilizar como combustible para generar electricidad. Se diferencia de las baterías en que, el hidrógeno, abastece la pila desde el exterior. Sin embargo, su eficiencia hasta el momento no es tan alta como la deseada.
El desarrollo de estas distintas tecnologías generará beneficios como la estabilidad en la red, el refuerzo de la implantación de la energía renovable o la reducción de las emisiones de carbono. En consecuencia, el futuro del almacenamiento es prometedor, esperando que la innovación y la inversión continúen impulsando mejoras en la eficiencia y en los costes generados, así como establezcan nuevos mercados que fomenten el crecimiento económico de manera que, nos permita buscar nuevas oportunidades en la prestación de servicios legales.

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